La planta del té, Camellia sinensis, es de origen chino y se estima que se ha consumido por alrededor de seis mil años.
Japón no tiene una historia tan larga con el té, aunque son poco más de mil años.
El té verde japonés no es sólo famoso en el mundo, también ha evolucionado de forma que se diferencia mucho del chino.
Durante el siglo 8 el budismo llegaba a Japón, junto con varios aspectos de la cultura china.
Los monjes budistas no tomaban bebidas alcohólicas, por lo que el té era muy apreciado. Así como en Europa los monjes hicieron grandes aportes al vino, en los templos budistas de China se avanzó mucho en el cultivo y proceso del té.
En esa época era común que los monjes japoneses viajaran a China para sus estudios religiosos. De esta forma conocieron el té verde, que era el único tipo de té hasta ese momento.
No se sabe cuando ni quién fue el primero en traer una planta de té a Japón, pero hay registros de que a principios del siglo 9 dos monjes llamados Saicho y Kūkai traían semillas con ellos.
También hay evidencia escrita de que en el año 815 un monje llamado Eichu preparó té para el Emperador Saga. Fue este emperador el primero en oficialmente promover el cultivo de té en Japón.
Comúnmente se considera que Eisai, el fundador del primer templo zen de Japón, es el padre del té japonés. Esto se debe a que en 1214 escribió el Kissayojoki, un libro sobre el té verde.
De ahí se tiene el comienzo de la ceremonia del té y el matcha. Sin embargo, el té era disfrutado solamente por los monjes y las clases altas.
Poco a poco el té se volvió una bebida del diario en Japón, pero en verdad la calidad no era para nada comparable a la del té chino. Esto cambió en 1740 cuando Nagatani Soen desarrolló el proceso de cocción al vapor y enrollamiento de las hojas de té. Fue el nacimiento del sencha, el té más popular de Japón.
Cabe aclarar que en China la primera forma de procesar el té era también al vapor, pero luego se abandonó esta práctica. De igual forma, en China se pulverizaba el té durante la dinastía Song (960 a 1279) de forma similar al matcha actual, pero de nuevo abandonaron ese método mientras que Japón lo llevó a otro nivel.
Recordemos que en el té verde la oxidación se detiene al añadir calor a las hojas. En la China de hoy, la mayoría del té se asa sobre metal, mientras que Japón prefiere la cocción al vapor. Esta es una de las razones por la que el té verde de los dos países es tan diferente.
Otra razón importante son las variedades de la planta del té que utiliza cada país.
En 1908, Sugiyama Hikosaburo seleccionó una planta de té a la que llamó Yabukita. Pasó mucho tiempo pero finalmente en 1953 se hicieron pruebas en los laboratorios de té en Shizuoka y se recomendó para su uso general. Así se esparció por todo Japón, y ahora cubre por lo menos el 75% del área cultivada en té.
Finalmente, el clima y suelo de Japón, así como los gustos de sus habitantes, hicieron que a través del tiempo el té verde japonés fuera adquiriendo las características que tiene hoy en día.