El té blanco consiste de hojas de té que naturalmente tienen unos vellos blancos, de ahí su nombre.
Es de origen chino, pero hoy en día se produce en diferentes países.
¿Cómo se produce el té blanco?
Aunque en teoría se puede hacer un té blanco con cualquier variedad de la planta del té, generalmente se utilizan variedades que producen brotes con mucho vello.
Las variedades más utilizadas son Da Bai y Da Hao, pero existen otras que también son aptas para la producción de este tipo de té.
El proceso para el té blanco es el más simple de todos los tés. Una vez cosechado, se deja marchitar bajo el sol, y cuando se seca ya queda listo para empacar.
Cabe aclarar que durante el proceso las hojas de té se oxidan levemente, por lo que es un poco más oxidado que el té verde.
Si el té blanco consiste sólo de brotes, es de mejor calidad que si viene mezclado con otras hojas o tallos.
Los tipos de té blanco chinos más conocidos son, en orden de mejor a menor calidad: Baihao Yinzhen, Bai Mu Dan, y Shou Mei.
Preparación del té blanco
El té blanco se caracteriza por un licor de color amarillo pálido, y un sabor ligero y frutal.
En general se prepara con agua caliente, pero no hirviendo. Se recomienda 80 grados centígrados, y dependiendo del tipo de té blanco puede ser desde 2 a 3 minutos.
El té blanco no es tan delicado en términos de temperatura y tiempo como el té verde, así que si el agua está muy caliente o si se pasa un poco del tiempo, el sabor no se ve gravemente afectado.
Si prefieres los sabores ligeros y sutiles en el té, el té blanco puede ser tu mejor opción.
Aún existe mucha información errónea sobre este tipo de té, básicamente producto del marketing de compañías de té.
Si te interesa, te recomiendo leer mi artículo sobre los mitos del té blanco.