La costumbre de añadirle azúcar al té, especialmente al té negro, se remonta al siglo 16 cuando se empezó a consumir el té en Europa.
Para los que toman té en botella o té en bolsitas, les parece muy normal que sean endulzados. Sin embargo, en general el té de buena calidad se debe tomar puro.
El clásico té negro inglés se toma casi siempre con azúcar e incluso con un poco de leche. Es muy parecido en ese aspecto al café.
Esta costumbre tuvo mucha influencia en el masala chai de la India (recordemos que fue una colonia inglesa) que contiene té negro, azúcar, leche, y especias.
Para los tés en hojas por lo general no se recomienda adicionar ningún endulzante, ya que se pierde el sabor natural del té. El té tiene una dulzura propia, además de un gran rango de tonos de sabor.
Degustar un té se hace de una forma muy parecida al vino. De la misma manera, para un té fino agregarle azúcar es casi que echarlo a perder.
En el caso de la bolsita de té y demás tés de baja calidad, el sabor es tan amargo que vale la pena endulzarlo para que sea más fácil de tomar.
También se debe recordar que cada cucharadita de azúcar (4.2 gramos) contiene 16 calorías, así que si estamos tratando de bajar de peso lo mejor es no añadirle azúcar extra a nuestras bebidas.
Obviamente, de vez en cuando no está mal mezclar el té con la azúcar, sobre todo si vamos a hacer un té latte, un coctel, o algo por el estilo.
El té verde en especial tiene un sabor muy ligero, por lo que es muy raro que se le agregue azúcar. En China y Japón es ciertamente impensable endulzar un té en hojas.
Si aún quieres algo dulce con tu té, es mejor acompañarlo con un postre.