Al igual que con el vino, la cata profesional de té requiere de cierta destreza y no es algo que se adquiera de un día para otro.
Sin embargo, poco a poco podemos desarrollar nuestro paladar y así distinguir claramente los sabores y aromas entre diferentes tipos de té.
La primera vez que asistí a una cata fue una de vino. Me sorprendí al darme cuenta de que algunas personas pudieran notar tantos aromas, sabores y sensaciones en general.
Yo difícilmente podía diferenciar un vino tinto del otro. Definitivamente la cata era algo fuera de mi capacidad en ese momento.
Aún hoy sigo sin entender mucho de vino, pero tengo una gran pasión por el té. No me considero un experto en la cata del té, pero seguramente estoy por encima del promedio gracias a la práctica.
A continuación veamos una forma general de catar el té. Cabe aclarar que hay diferentes escuelas sobre la cata del té, así que no vamos a entrar en puntos muy específicos porque cada aspecto varía dependiendo del país.
Inspección visual
Observemos las hojas de té antes de infusionarlas. ¿Qué forma y color tienen?
Si contamos con la experiencia, sólo con ver las hojas podemos saber qué tipo de té es e incluso su calidad en general.
Por ejemplo, un sencha con pequeñas hojas enrolladas finamente y de color verde oscuro brillante es de mejor calidad que un sencha con hojas grandes, no tan enrolladas y de color verde claro sin brillo.
Después de la infusión, también tenemos que observar el color del licor.
Si el color está fuera de lo normal para un tipo específico de té, puede ser una señal de que hubo un error en algún paso de su proceso de producción.
Inspección olfativa
De igual manera, concentrémonos en el aroma de las hojas de té antes y después de la infusión.
Hay una relación directa entre el aroma y la calidad de un té. Si el aroma de las hojas está bien, es muy probable que el sabor también lo esté.
En este respecto es bueno practicar con tés del mismo tipo pero de diferente origen, ya que así podemos darnos cuenta de las pequeñas diferencias.
Otra ejercicio útil es entrenar el olfato con ingredientes específicos. Por ejemplo, si sabemos que un té negro en particular tiene un aroma de miel y tabaco, sería bueno oler la miel y el tabaco aparte para poder tener esa memoria olfativa.
El licor del té también tiene un aroma. En algunos tipos de té es muy evidente, mientras que en otros es casi imperceptible.
Inspección gustativa
La verdad es que los sabores tienen que ver tanto con el olfato como el gusto. Es por eso que cuando tenemos la nariz tapada nos cuesta saborear la comida.
Los sabores básicos son el dulce, salado, ácido, amargo y umami. De ahí en adelante, el olfato entra en acción y es por eso que podemos distinguir entre el sabor a naranja y el de mandarina, por ejemplo.
También importa las sensaciones en la lengua, el paladar y hasta la garganta. Para darse una idea, un té específico puede sentirse seco, con mucho cuerpo, y con un retrogusto dulce.
Sé que suena todo muy complicado, pero cuando uno ya entra en el tema es sólo cuestión de práctica.
Precisamente, mientras más té se tome y más se practiquen las catas, la destreza aumenta. Si sabes catar vino, ya estás unos pasos adelante, pues es muy parecido.
Si prefieres una cata guiada, te ofrecemos el servicio de cata de té en Bogotá.