Como ya sabemos, no todos los tipos de té se preparan con agua hirviendo.
En este artículo vamos a ver de qué manera podemos obtener la temperatura adecuada para cada té.
En general, los tés más oxidados como el té negro, el té oscuro y el té azul, pueden ser infusionados en agua a altas temperaturas sin ningún problema.
Para el té verde, el té blanco y el té amarillo, se recomienda una temperatura más baja porque en este caso las hojas de té son más delicadas.
Cabe aclarar que cada té especifico tiene su propia forma de preparar en términos de temperatura, volumen de agua y tiempo de infusión.
Un ejemplo extremo es el té verde japonés gyokuro, que se prepara en agua tibia (50 a 60 grados).
Si un té se prepara con una temperatura mucho más alta de la ideal, se torna muy amargo y astringente.
Es posible calentar el agua hasta la temperatura deseada si medimos con un termómetro, pero en mi opinión es mejor hervir el agua y después enfriarla.
Hay dos simples razones para hervir el agua primero:
- Si el agua es de la llave, al hervirla evaporamos el cloro y así no tenemos ese sabor en nuestro té.
- Podemos enfriar el agua con un método sencillo en el cual no necesitamos un termómetro.
Método para enfriar el agua
En Japón se acostumbra a hervir el agua y después se enfría pasándola de un recipiente a otro.
No es algo exacto, pero en general el agua pierde 10 grados centígrados cada vez que hacemos este procedimiento.
Por ejemplo, si tomamos agua hirviendo (100 grados) y la servimos en una taza, el agua se enfría a 90 grados una vez que termine de calentar la taza.
Después podemos tomar esa taza y volver a servirla en otra taza. De esta manera tenemos el agua a 80 grados, lo cual es útil para muchos tipos de té verde.
Si seguimos haciendo lo mismo, podemos bajar la temperatura aún más. Por ejemplo, para obtener agua tibia tenemos que hacer el procedimiento 4 veces (100 – 40 = 60 grados).
Puntos para tener en cuenta
La temperatura del agua hirviendo depende de la altura a la que estemos. En Bogotá, que está a mucha más altura que el nivel del mar, el agua hierve a más o menos 93 grados.
No es necesario llegar a la temperatura exacta. Sólo con aproximarnos es suficiente para obtener un buen sabor. Por si acaso, es mejor menos temperatura que más.
Aunque decimos que el té se infusiona a una temperatura, la verdad es que la temperatura no es estática. Es decir, sigue bajando poco a poco mientras el té queda listo.
Finalmente, es muy difícil que alguien tenga un paladar tan sensible como para darse cuenta del cambio en el sabor de dos tazas de té si la diferencia en la temperatura es de unos pocos grados.