La mayoría del té en el mundo occidental se consume como té helado.
En el mercado es común conseguirlo en polvo o embotellado, pero resulta más económico y saludable si lo haces tú mismo.
Vamos a ver dos métodos para hacer un té helado en casa.
Primero que todo, la idea es hacer un té de buena calidad.
Es mejor utilizar té en hojas y no de bolsita porque tanto el sabor como el contenido de nutrientes es menor en las bolsitas de té.
Usualmente se utiliza el té negro, pero puedes hacer tu té helado con té verde o cualquier otro tipo de té.
Enfriando el té
El primer método es simplemente hacer el té con agua caliente, y una vez hecho se deja enfriar en la nevera.
También puedes añadirle hielo, pero en este caso es mejor un poco más de té para que no se diluya mucho el sabor.
Recuerda que cada tipo de té tiene una forma diferente de prepararse. El sencha, por ejemplo, no se debe infusionar en agua hirviendo.
Infusionando en frío
Infusionar en frío es todavía más fácil.
Utiliza una cucharada de té por cada taza, o incluso más dependiendo de tu gusto. Recuerda que de esta forma no se hacen reinfusiones, así que puedes utilizar un mayor volumen de agua.
Vierte el té en una jarra con agua al clima. Después, coloca la jarra en la nevera por 8 horas. Puedes dejarlo toda la noche, no se volverá amargo por más tiempo que pase.
Por último, filtras las hojas y puedes disfrutar de tu jarra de té helado.
Es un método muy útil para hacer grandes cantidades de té helado de una sola vez, como por ejemplo para una reunión o incluso para ofrecerlo en un restaurante.
Se recomienda no endulzarlo, ya que el azúcar oculta el delicado sabor del té.
Si de todos modos lo prefieres con azúcar u otro endulzante es mejor después de servido, ya que así se mantiene fresco por más tiempo.
El té helado se puede conservar en la nevera hasta 2 semanas.