El té negro es el tipo de té que más se consume fuera de Asia.
Es un té muy aromático, de sabor intenso y tiene un licor de color naranja o rojizo.
¿Cómo se produce el té negro?
A diferencia del té verde, el té negro está completamente oxidado.
Después de la cosecha sigue el proceso primario de selección y enrollamiento (para el té en hojas, no el de bolsita) donde se obtiene la forma del té.
Luego el té pasa un tiempo en un lugar con temperatura y humedad controlada para que se siga oxidando.
Se debe aclarar que la oxidación consiste en un proceso químico debido a la enzima polifenol oxidasa (PPO), no es fermentación como sí ocurre en el té oscuro (fermentado).
Finalmente las hojas de té se secan, y de esta forma se tiene el producto final.
En términos de cultivo, la planta de té puede ser de cualquier variedad. Perfectamente se puede utilizar una variedad enfocada en el té verde, como por ejemplo la Yabukita en Japón.
Preparación del té negro
El té negro se prepara con agua hirviendo y con un largo periodo de infusión. Es muy diferente al té verde, que es más delicado en ese sentido.
Aunque muchas veces se le agrega azúcar e incluso leche, la verdad es que si es un té negro de calidad es mejor tomarlo puro.
Por cierto, el té negro de baja calidad es muy amargo, por lo que es necesario endulzarlo. Es lo mismo que sucede con el café.
Muchos países del mundo hacen té negro, pero la mayoría es de baja calidad y se destina al té de bolsita y al té embotellado.
En India y China se pueden encontrar unos tipos de té negro que gozan de mucha fama y tienen varios adeptos. Dos ejemplos son el Darjeeling y el qimen hongcha, respectivamente.
Japón también produce negro, aunque en muy poca cantidad.