El té japonés no siempre fue de tan buena calidad.
Todo cambió gracias a Nagatani Soen, el inventor del sencha.
En los comienzos del té en Japón, los procesos no se habían estandarizado.
El té chino tenía una calidad muchísimo mejor, era casi incomparable.
No existía el sencha todavía. En esa época el té se asemejaba al bancha del presente, pero era aún de menor calidad. A menudo no era un licor de color amarillo o verde, sino marrón.
Las hojas no se seleccionaban, se cosechaban sin importar que hubiera unas más viejas que otras.
Había también diferentes formas de detener la oxidación: hirviendo las hojas, por medio del vapor, o el método chino de asar las hojas en un wok.
A veces las hojas se enrollaban, o a veces no. Era común que se secaran al sol.
En el siglo 16 se desarrolló el método del cultivo a la sombra en Uji, prefectura de Kyoto. Esto permitió que se cultivara un tencha de alta calidad, que es el té que después se muele para resultar en matcha.
Un té verde cultivado a la sombra es más dulce y menos amargo. Pero desafortunadamente el matcha era muy costoso, y sólo las clases altas de la sociedad japonesa podían adquirirlo.
Para empeorar las cosas, el gobierno le daba licencia a sólo algunos granjeros de té en Uji para que pudieran utilizar esta técnica de cultivo. Para el resto era estrictamente prohibido.
Prácticamente significaba que la gente del común tenía que conformarse con tés de baja calidad.
Sin embargo, había un granjero de té que quería cambiar esto.
La historia de Nagatani Soen
Nagatani Soen (永谷宗円) nació en 1681, en lo que hoy es la ciudad de Ujitawara en la prefectura de Kyoto.
Como vivía cerca de Uji, sabía mucho de té.
No le estaba permitido emplear la técnica del cultivo a la sombra. Así que se le ocurrió encontrar la manera de mejorar la calidad del té sin necesidad de recurrir a esa forma de cultivo.
El tenía claro que para hacer el tencha, se utilizaba el vapor para fijar las hojas. También sabía que en el método chino las hojas empezaban a secarse rápidamente. Finalmente, ya había determinado que enrollar las hojas era bueno para el té.
Pero la idea que tuvo fue algo que nadie había hecho antes en Japón: las hojas se secarían al mismo tiempo que se enrollaban.
Encima de un horno, colocó un gran pliego de papel, y experimentó con varios métodos de enrollamiento.
De esta manera el calor del horno secaba las hojas mientras las enrollaba. Así pretendía evitar los malos resultados que se obtenían al secar el té verde al sol.
Otro descubrimiento suyo fue que las hojas jóvenes resultaban en una mejor calidad. Esto suena obvio ahora, pero en su tiempo no era tan aparente.
Después de intentar varios métodos por quince años, finalmente en 1738 desarrolló el sencha.
Las hojas tenían un aspecto muy fresco. El licor era amarillo, y era un té muy balanceado.
También era un té muy bello, porque las hojas se podían enrollar finamente hasta parecer agujas.
Pero su legado no se limitó a su descubrimiento.
En vez de aprovechar su invento para amasar fortuna y poder, decidió enseñarle a todo el que quisiera aprender. De esta forma se esparció el sencha por todo Japón.
Su método sigue siendo la base para el proceso del té japonés en general.